Ciudadanía Digital

Ciudadano 2.0 se define segun especialistas de Actuar como: "el ciudadano que adopta la tecnología sobre la base de los beneficios que ve que ella aporta en el contexto de la cibercomunidad".




Ciudadanía digital y educación

La irrupción de las computadoras personales en 1982 produjo un impacto en el modo de concebir la educación desde el punto de vista pedagógico, tecnológico e instrumental.
En los años 90 Internet trastocó gran parte de los paradigmas de gestión de información, comunicación, entretenimiento y aprendizaje. Construyó el contexto de aplicaciones y contenidos multimediales que proponían el sentido de la visión como predominante, y al hipertexto como modelo de lectura y escritura del mundo digital. Fue la década de "e": e-learning, e-bibliotecas, etc.
En los primeros años del período 2000-2009 estan marcados por los albores de la Web 2.0. Consolidada ya como Web social y unida al desarrollo vertiginoso de la telefonía móvil y de múltiples dispositivos y aplicaciones, hizo del usuario un PROSUMIDOR y los situó en el centro de la red.
El período 2010-2020 será la década "s", centrada en el aprendizaje social (s-learning), móbil y corporativo, entendido como un proceso de creación y co-creación, en el cual ámbitos, competencias y contenidos convergen en el objetivo común de aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
Es necesario entender quiénes son los protagonistas del proceso de enseñanza - aprendizaje en la actualidad, un alumno que no tiene las mismas características de los alumnos de hace 10 años.

La premisa fundamental: aquellas tecnologías con las que no se está familiarizado no invitan a su utilización.


Ciudadanía digital y e-business

E-business (electronic y business) se refiere al conjunto de actividades y prácticas de gestión empresarial derivadas de la integración de las TIC en general y específicamente de la Web y aplicadas al ámbito de las organizaciones y a su adaptación a las características de la nueva economía o economía de los intangibles.
E-gobierno, el gobierno electrónico es el conjunto de servicios, y bienes que el Estado pone al servicio de los ciudadanos mediante el uso de las TIC, con el fin de satisfacer necesidades públicas de manera rápida y eficiente. El e-gobierno hace realidad la condición de ubiquidad de las TIC, por la cual la tecnología está disponible en el espacio y el tiempo en que el usuario se encuentre. El voto electrónico, la democracia electrónica es actualmente un proceso con dos partes, compuesto por una fase de debate que es seguida por una fase de decisión.

Redes sociales




Las redes sociales, seguidas a cierta distancia de los juegos online multijugador, son el nuevo contexto relacional online de los adolescentes. En su seno encuentran respuesta a la mayoría de sus inquietudes. Aunque algunos incidentes han venido a poner estos espacios en entredicho, no han reportado nuevos riesgos puesto que no son sino una concreción de la propia Red Internet. Sin embargo, también es cierto que el desarrollo vertiginoso que han tenido, junto con algunas opciones de uso que no contemplan el interés superior del menor, han supuesto que se conviertan en protagonistas de sucesos relacionados de forma prioritaria con las amenazas a la privacidad y el ciberbullying.

Identidad digital

La identidad digital es lo que somos para otros en la Red o, mejor dicho, lo que la Red dice que somos a los demás. No está definida a priori y se va conformando con nuestra participación, directa o inferida, en las diferentes comunidades y servicios de Internet. Las omisiones, al igual que las acciones, constituyen también parte de nuestra identidad por lo que dejamos de hacer. Los datos, por supuesto, nos identifican. También las imágenes, su contexto y el lugar donde estén accesibles proporcionan nuestro perfil online.

Ciberconvivencia

Si yo digo tren, tú escuchas aglomeración. Si yo digo café tú escuchas cansancio. Si yo digo madera, tú escuchas guitarra. Esto puede suceder porque tu experiencia es distinta a la mía y esto te permite llenar mis palabras con tu interpretación. Como decía Montaigne, “la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha”. Aunque fueron hechas para entendernos, casi siempre generan malentendidos. Por eso se requiere no sólo saber hablar sino sobre todo saber escuchar para garantizar la comunicación.

Con los hechos puede suceder algo similar: son mitad de quien los realiza y mitad de quien los padece o disfruta. Supongamos que Clara hace una foto de su novio desnudo y la envía a través del móvil a sus amigas. Lo que para ellas es una pasada, para él es humillación. Nos hace falta aprender a respetar a las demás personas, a verlas como lo que son: una parte más de lo que somos como seres humanos.

Para regular este complejo ejercicio de la convivencia, la humanidad tiene una herramienta que, al igual que las palabras y los hechos, tiene propiedad compartida, nos pertenece a todas las personas del planeta. Se trata de los derechos y de los deberes humanos. Fueron creados precisamente para evitar que la familia humana sufra las secuelas de algunos virus que no paran de amenazar a la especie como son el egocentrismo o el complejo de superioridad que justifica el desprecio por el ajeno.

Ciberciudadania

Ser ciudadanas y ciudadanos es aprender que no somos más ni menos que nadie. Es protagonizar actos de justicia, de buen trato. Es ejercer ese doble rol del derecho y del deber. No es simplemente tener un DNI o tener edad para elegir a las personas que nos representan en la vida política. Es participar, opinar, ceder, pedir cuentas, proponer y no esperar a que las iniciativas vengan de afuera o a que no vengan para hacer lo que nos dé la gana. Es aprender a ser importantes para las demás personas y que las demás personas nos importen. Y esa importancia se mide sobre todo en hechos capaces de garantizar, no de negar, el derecho a la vida digna, el buen nombre, la intimidad de las personas y todos los demás derechos que podrían resumirse en uno solo: el derecho a ser personas diferentes e igualmente valiosas.

Hoy la convivencia y la ciudadanía no se viven sólo cara a cara, sino también a la distancia, mediada por múltiples pantallas. Todas ellas, junto con Internet y el ciberespacio, son los nuevos escenarios de la vida hoy. Allí también nos enamoramos, trabajamos, estudiamos, viajamos, compramos, y por supuesto, nos fortalecemos o nos debilitamos como seres humanos. Lo que en estos espacios se hace, no es distinto de lo que se hace fuera de ellos. No son las tecnologías ni las herramientas las que nos dan o nos quitan bienestar. Son las relaciones humanas o inhumanas que establecemos.

Es probable, y además deseable, que de la misma manera, lo que ya existe adentro se contagie afuera del ciberespacio. Si así fuera, aprenderíamos a tumbar fronteras, a acercarnos a gente distinta y distante, a construir más poderes sin centro, a tener más facilidades para expresar la opinión propia, no sólo para escuchar la ajena. Democratizaríamos un poco más la democracia.